miércoles, 8 de septiembre de 2010

CLOTARIO BLEST POR ALFREDO JAAR






El líder sindical de largas barbas blancas y fundador de la CUT, la ANEF y el MIR es recordado por el artista chileno Alfredo Jaar en una instalación en el MAC Parque Forestal. Clotario Blest fue un empleado fiscal que comenzó como barrendero y se convirtió en mito. Su figura y estatura ética son equiparables incluso a la de "La Cordillera de los Andes", precisamente el nombre de la instalación. Todos recuerdan su overol azul y barba blanca, que en 1973 prometió no cortarse hasta el regreso de la democracia: cuando asumió Patricio Aylwin, lleno de suspicacia, sólo se recortó un poco las puntas. Dos meses después falleció (el 31 de mayo de 1990), siendo recordado como incansable luchador social.

Clotario Blest fundó en 1953 la Central Única de Trabajadores y fue, hasta su muerte, un férreo defensor de la democracia y de los derechos de los obreros. De hecho, estuvo varias veces en la cárcel producto de su espíritu contestatario, pero pacífico. En ocasiones él mismo se entregó a los carabineros antes que lo detuvieran, en un gesto de grandeza y no violencia.

La silueta, recreada en neón, de la Cordillera de Los Andes se refleja en las fotografías en distinto formato del líder sindical emplazadas en la sala, como si estos dos iconos estuvieran unidos en forma imperecedera. Innumerables estampillas utópicas en homenaje a Clotario Blest, que incluyen su retrato, se contraponen a números en neón que indican la latitud y longitud de la sala del segundo piso del MAC.

Se trata del primer trabajo que Jaar realiza en Chile en 30 años. La serie de fotografías de Clotario Blest fueron tomadas en diciembre de 1983, pero el artista nunca quiso utilizarlas en ninguna obra hasta encontrar un momento significativo: cuando el país intenta conmemorar 200 años de historia como país supuestamente independiente. Jaar no se equivoca, no hay símbolo más republicano que la figura e ideario de Clotario Blest.

El MAC, museo que funciona con un presupuesto exiguo dotado por la Universidad de Chile, es el lugar idóneo para recrear de esta manera la figura de Clotario Blest, uno de los pilares sobre el que se construyó la República. El MAC también nació bajo un espíritu público. Su objetivo era mostrar a la mayor cantidad de población un conjunto representativo de la producción viva de nuestros artistas plásticos contemporáneos. Es decir, que el pueblo tuviera acceso a un imaginario estético propio.

Sobrino del escritor Alberto Blest Gana, Clotario nació en 1899, en la rama pobre de la familia. Ingresó en 1922 a la administración pública, como barrendero de la Tesorería Fiscal de Santiago. A pesar que nunca militó en un partido político, participó en la fundación de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (Anef) en 1943, la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) en 1953, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en 1965 y ayudó a crear la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, que funcionó por años en su propia casa.

Jaar revisita en el MAC la olvidada figura de Clotario y su trayectoria de vida que corre en paralelo a los últimos 100 años de la historia chilena. Clotario asistió a charlas de Luis Emilio Recabarren y estudió latín con José María Caro. Nació con el Centenario de la República, presenció las matanzas obreras y los procesos anarquistas. Sus barbas son las barbas blancas del siglo XX.

Como en todas sus obras, Jaar reflexiona y denuncia injusticias sociales y discriminaciones que sufren marginados y excluidos en el mundo globalizado. En 1954, el presidente Carlos Ibáñez del Campo amenazó con expulsar a Clotario Blest de la administración pública si no renunciaba a la dirigencia de la CUT. Ante su negativa, la medida de presión gubernamental fue relegarlo al Norte, desde donde no podría seguir en su labor de dirigente. Finalmente y para continuar en la lucha sindical, debió presentar una petición de jubilación, tras 32 años como funcionario público. Pero Blest siguió pronunciando encendidos discursos sociales. En 1957, Ibáñez lo relegó a Molina, tras aplicarle la llamada "ley maldita", promulgada por Gabriel González Videla en 1948, que sería derogada al año siguiente. Ya hecho prisionero, le hicieron llegar una información falsa: su madre había muerto. Desesperado, dejó Molina y se fue caminando a Santiago, pero en la ruta se enteró de que no era cierto.

Clotario Blest también recibió propuestas de soborno. Según cuenta la biografía escrita por Maximiliano Salinas, en 1953 Ibáñez lo tentó con el cargo de Tesorero General de la República. Blest consideró que sería una traición a los pobres. En otra oportunidad los empresarios cupríferos de la Braden Copper de Rancagua le ofrecieron tres millones de pesos de la época. "¡Váyanse a la mierda!", les respondió.

Estos episodios resuenan en la obra de Jaar, quien subraya la importancia de Blest como columna vertebral del país, tal como lo es la Cordillera de Los Andes. Clotario Blest sufrió vejaciones, pero nunca claudicó en sus principios. Jaar tiene razón. Hoy más que nunca se hace necesario rescatar su figura y sus constantes sacrificios por los demás.

El mayor líder sindical del país estudió becado en el Seminario de Santiago, pero su rebeldía le impidió seguir la vida sacerdotal. Luego trabajó en una farmacia, de ayudante de abogado y finalmente como empleado público. Desafiando a todos los ministros de Hacienda, quienes lo llamaban el "roto alzado", encabezó movilizaciones contra la especulación de precios, el alza del costo de la vida y la famosa Revolución de la Chaucha, ante una subida de los pasajes de la locomoción colectiva. Como homenaje transversal y ciudadano, cada espectador puede llevarse desde el MAC a su casa gigantografías de las fotos de Clotario Blest captadas por Jaar. La idea es que su figura no caiga en el olvido.

El fantasma de Clotario Blest recorre el MAC. Una instalación como la de Jaar se hace necesaria por estos días, cuando la herencia del líder sindical se extingue con gobiernos que aplican la violencia y leyes antiterroristas a ciudadanos que luchan por sus derechos inalienables. Es el caso, del acto de resistencia de los comuneros mapuches en huelga de hambre, quienes siguen el llamado de Clotario Blest a la desobediencia civil. La instalación de Jaar es un llamado a la ciudadanía para que la herencia de Clotario Blest no caiga en el olvido.

Jaar lo retrata como un asceta que jamás se dejó contaminar por el poder y se convirtió en abanderado de la lucha contra la desigualdad social. Para cualquier gobierno Clotario Blest era una figura incómoda en su vocación de encarnar la voz de la conciencia de los oprimidos. De alguna manera, en el MAC descansan las cenizas de Clotario Blest, cita a Las cenizas de Pasolini, el más reciente filme de Jaar donde registra el ideario del cineasta italiano. Jaar trata de recuperar su voz y traerla al presente, al igual que lo hace con Pasolini, dos figuras con conciencia de acero.

1 comentario:

Unknown dijo...

Recomiendo leer el libro de Monica Echeverria "Antihistoria de un Luchador" en que a traves de
entrevistas sucesivas va recopilando la historia y los antecedentes politicos de la vida de Clotario Blest en un relato maravilloso